Planet of Dinosaurs


Desde las criaturas a las que se enfrenta Simbad en sus viajes, pasando por dinosaurios increíbles, esqueletos y demás monstruosidades de los abismos más profundos, Ray Harryhausen se ha conseguido ganar el respeto y las alabanzas de fans y críticos especializados. Numerosas son las películas que se encuentran en su haber, y más lo son aquellas que lo idealizan o le rinden homenaje. La película que nos atañe no es diferente.

Cada uno de los dinosaurios que aparecen a lo largo del metraje poseen un poco de Harryhausen. Incluso, uno de los reptiles finales, el que es devorado por el T.Rex está inspirado en el modelo que Harryhausen utilizó para hacer el «Rhedosaurus» de «The Beast from 20,000 Fathoms«.

En cuanto a la calidad del metraje me pena decir que es bastante pobre. Los diálogos son escasos y simples. Se hace demasiado patente la filosofía que se esconde detrás de cada uno. Un claro ejemplo es en las numerosas escenas en las que el dialogo se presta como único protagonista, pero adolece de una falta de significancia para el argumento, e incluso, para el desarrollo de la escena.

Las actuaciones tildan la mediocridad pudiéndose rescatar alguna, como la de James Whitworth que interpreta al duro de la película. El resto de personajes están sobrecargados, aparecen, sueltan su frase sin sentido y dejan la película casi sin rastro. El montaje deja que desear presentando  fotogramas desaparejados y miradas de soslayo protagonizadas por los personajes.

Aun así, esta película se hace agradable de ver, ya sea por sus colores hiper-technicolor o por su estética setentera tardía o bien, porque te ayuda a transportarte a esa época en la que se podía disfrutar de efectos especiales manufacturados. Ese regusto dulzón que te deja en la boca cuando ves aparecer las imágenes de los créditos paga enormemente cada uno de sus fallos y prepotencias.

Resumen:

Película para los fans del cine fantástico de los setenta, de los tonos coloristas y del gran Harryhausen. Ver con amigos afines, muchas palomitas y sentimientos nostálgicos.

Melchian