Cortometrajes


Rain Town

Azul. ¿Qué nos transmite? ¿La inmensidad del océano? ¿La tranquilidad del cielo despejado? ¿La carencia de vida, la frialdad del inanimado metal? Todas estas emociones se resumen en una sola palabra. Azul.

La historia comienza sosegada, estática. La habitación se describe con todo lujo de detalles. Parece más un cuadro que un fotograma animado. El movimiento, los gestos dejan su licencia interpretativa en manos de la situación, la mera forma, el color. En este caso un verde bosque, un verde mohoso que repta por doquier. Libros apilados, juguetes y figuras en desuso, plantas selváticas y, en el medio, una figura, una anciana, estática, tanto o más que los objetos inanimados que la rodean. De repente, movimiento. Dos ojos sin cuerpo, flotantes en medio de un cilindro oxidado.

El tiempo fluye a contracorriente aunque nosotros, como espectadores, nos enteramos más tarde. El azul lo inunda todo. Las paredes de los edificios, el cielo, el suelo, los tubos y tuberías, los bancos y ladrillos. El origen de ese panorama tan desolador y triste parece ser una lluvia sin fin. El suelo esta inundado por una capa de agua. Una puerta se abre dejando escapar un colorido anaranjado, de vida.

Esa ciudad estática, deshumanizada por una continua lluvia, solo es reanimada por los pequeños e impacientes pies de una niña. Ataviada con impermeable amarillo recorre las desoladas calles intentando hacer revivir una ciudad que murió hace tiempo. En su camino vislumbra una figura que, como ella, aguanta impasible el agua que se precipita. Se acerca. En un principio parece inanimada pero la energía de la niña imbuye de vida esa figura esquelética. Juntos, asombrados, uno por ver vida en la ciudad olvidada y el otro por ser despertado de nuevo.

Esta es una historia narrada a través de las imágenes donde las palabras no tienen cabida. Es una historia de sentimientos, de emociones narradas por los colores. Es un lento viaje a través de los recuerdos, una travesía que muestra lo que el paso del tiempo depara a los objetos intemporales. Un viaje bello y melancólico.

Resumen:

Poesía pictórica. Colores que hablan, palabras que callan y una profunda historia plagada de sentimientos. Minimalista, imprescindible.

Melchian

Pavel Koutský: Duelo

La animación checa ostenta una posición muy elevada en el ámbito de la animación. Directores como Jirí Barta, Jan Balej, Jan Svankmajer y otros muchos se han encargado personalmente de ello. Grandes obras como «Una noche en una ciudad» o «Neko Z Alenky» forman un compendio de obras de arte de incalculable valor, tanto para la animación como para el cine en general.

En este caso vamos a hablar de Pavel Koutský, un director de animación de gran talento que ha dirigido, escrito y dibujado varios cortometrajes de gran calidad. En concreto, cuenta en su haber con más de treinta cortometrajes y varios premios y menciones de honor en diferentes festivales. El éxito de este director radica en una animación fluida, sin demasiados elementos ostentosos, simple y fácil de entender, pero sin dejar a un lado la crítica de una sociedad manipulada, controladora y corrompida.

En concreto, he elegido el corto titulado «Duelo» para adentrarme más en esta mente privilegiada. En el trabajo que compone este cortometraje encontramos animación clásica, stop motion y la interacción de los dibujos en papel con objetos de nuestra realidad. El dibujo de un bebé aparece en escena, una cinta transportadora lo va deslizando por las diferentes etapas de crecimiento, en las cuales unas manos van eligiendo y recortando los conocimientos que se van introduciendo en el protagonista con un embudo. Durante el desarrollo del corto, el hastío del protagonista irá creciendo hasta que la sublevación se produce. Cuando las manos controladoras se dan cuenta de la revolución, envían a un ejército de tijeras y herramientas para acabar con la oveja negra.

Como en todos sus cortos, existe una clara crítica social, en este caso hacia el sistema de educación y sus directivos. La lucha entre la libre expresión y los conocimientos manipulados es patente a lo largo de todo el metraje. Además, se materializa ese sentimiento del joven por evitar acabar como sus compañeros, embutido en un traje negro, con el mismo peinado, con las mismas gafas, idéntico que el resto del mundo. Simboliza la rebeldía frente la opresión social del trabajo bien considerado, del borreguismo urbano.

En definitiva, nos encontramos con un corto espléndido, que sigue la línea del resto de trabajos de su director, critica social acompañada de una animación sencilla pero vistosa, fluida y de calidad.

Resumen:

Un trabajo que hará las delicias de todos los amantes de la animación. Si te gusta este género no deberías perderte a directores como Pavel Koutský que, con pequeños trabajos como éste, crean increíbles obras de arte críticas y simpáticas. 100% recomendado.

Melchian

I’m Here

Una historia de amor en un mundo absoluto.

Navegantes, quedáis avisados.

Spike Jonze sencillamente es un genio. Tanto como guionista como director nos ha dado obras que desbordan imaginación e innovación visual. Desde su opera prima «Cómo ser John Malkovich» (fascinante y divertida) hasta la reciente «Donde viven los monstruos«, Jonze ha concebido el cine más allá de un mero medio para entretener a través de historias e imágenes. El cine como vehículo de los sueños.

Jonze presentó en el pasado festival de Sundance este cortometraje para la compañía Absolut Vodka que le encargó al director trasladar a la gran pantalla su consigna publicitaria “In an absolut World”. Permitiendo a Jonze total libertad creativa, he aquí el resultado: una historia de amor entre robots. Con una campaña viral desde su propia página web, el corto ha obtenido una acogida excelente tanto de público como de crítica.

Estamos en un mundo normal, donde humanos y robots conviven en armonía… o casi. Sheldon es un gris asistente de bibliotecario que vive en L.A. Un día conoce fortuitamente a Francesca, alegre, transgresora -¡conduce su propio coche!- y creativa, que le saca de su tedio, y juntos se embarcan en un romance más humano que cualquiera de los mezquinos ciudadanos que les rodean.

La historia es casi redonda: original y tierna, humana y melancólica… porque son robots. Humanizados ellos y robotizados los humanos, unos tienen sentimientos y otros tienen conductas mecanizadas. Incluso si atisbas el desenlace, no puedes menos que emocionarte una y otra vez. ¿Hasta dónde llega el poder del amor?.

Cabe destacar la banda sonora, que incluye música original de Sam Spiegel y canciones originales del músico de L.A. Aska Matsumiya y de otros artistas indie.

Podéis ver el cortometraje completo (en inglés) en la web oficial:

www.imheremovie.com

Helen

El globo rojo

¿Situaciones insólitas? En 1956, la Academia otorgó el Oscar al mejor guión original a Albert Lamorisse, director y guionista de «El globo rojo«. Calificativo de original que le iba ni pintado, puesto que este mediometraje carece de diálogos. ¿Qué premió entonces la Academia?

Es que a veces sobran las palabras, cuando la imagen es lo suficientemente poderosa. El globo rojo es una joyita para soñadores, en la que un niño solitario se encuentra un globo rojo… o puede que sea al revés. Y ambos se hacen inseparables. Allí donde está el niño, el globo lo sigue, aunque tenga que esperar fuera del colegio, confiado a un barrendero, o fuera del tranvía. Allí estará para protegerlo.

El pequeño protagonista (el hijo del propio Albert Lamorisse, un chaval de apenas cuatro años, un milagro de interpretación) y su globo, al que no necesita siquiera llevar atado, despiertan la envidia e ira de sus compañeros de clase, que intentan destruir a toda costa esta extraña amistad.

El globo rojo es una fábula soñadora con tintes morales, que alegra el corazón y el alma. En un entorno gris, el rojo brillante del globo actúa de revulsivo en un mundo cruel y mezquino, pero en el que la inocencia y la dulzura terminan por ser recompensados.  El final es uno de los más emocionantes y bellos que se han visto en la historia del cine.

Impecable en todos sus aspectos, El globo rojo obtuvo también la Palma de Oro en Cannes, un año después. Asimismo, esta producción tuvo una revisión en el largometraje «El vuelo del globo rojo«, dirigida por Hou Hsiao-Hsien en el 2007 y protagonizada por Juliette Binoche.

Resumen:

Sensible, emotiva, evocadora y meláncolica película que todos debemos ver. Para volver a creer en la inocencia de un niño.

Helen