X: The unknown
Todo amante de la ciencia ficción que se precie seguro que conoce la producción “The Blob”, una película donde se nos presentaba una criatura alienígena de carácter poco amable y con un apetito insaciable. Este largometraje se estrenó en 1958 de la mano de la Paramount y supuso el despegue de su estrella principal, un Steve McQueen entrado en años interpretando a un adolescente alocado. Además, esta producción contó con una segunda parte en 1972 y un remake bastante acertado en 1988, pero eso es harina de otro costal.
Lo que no mucha gente conoce es que en 1956 se estrenó “X: The unknown”, uno de los pocos largometrajes de ciencia ficción producidos por Hammer que nos presentaba una historia con mucha radiación, militares y una masa informe que lo arrasaba todo.
La película en sí no deja de enmarcarse dentro de la ciencia ficción de los 60’s por lo que presenta no muchos, sino todos, los tópicos característicos de estos largometrajes: el contador Geiger es la herramienta universal, los militares son zopencos estúpidos, los científicos crean teorías increíbles basándose en hechos reales y tenemos rondando un monstruo de proporciones gigantes devorando y arrasando el pueblo de turno. Pero, lo que destaca en esta producción es que se realiza a la inglesa, es decir, existe un proceso de inmersión en la trama y de explicación de los hechos que hace que se diferencie de sus congéneres del otro lado del charco.
En “X: The unknown” se toman las cosas con calma. Las teorías pseudocientifícas que se sacan de la manga para dar una explicación al monstruo de turno son igual de inverosímiles que en cualquier otra película del género pero, por lo menos, se toman su tiempo intentando convencerte de que son ciertas. Pasan de los tópicos alienígenas, de las criaturas mutadas por radiación y se centran en una trama que involucra la creación del planeta tierra, la evolución de los seres humanos y, de soslayo, la radiación y en la manera que los científicos experimentan con ella. Todo esto crea un escenario creíble que se desmorona en cierta parte en el tramo final de la película.
Lo que imprime un gusto a “The Blob” es el monstruo de marras. Hasta pasada una hora larga de película lo único que se nos muestra de él es una cámara subjetiva que mantiene el misterio y la forma del monstruo en el más profundo anonimato. Cuando la trama ha evolucionado lo suficiente, el director decide mostrarnos ese ente invisible que ha estado escondiendo durante todo el largometraje y la sorpresa no puede ser más mayúscula: es Blob. Tenemos una masa informe que repta por cualquier recoveco de cualquier tamaño y que emite un nivel de radiación tan alto que derrite, literalmente, a las personas. Las similitudes con el monstruo de la Paramount son más que evidentes y, dado que se estrenó dos años después, existen muchas posibilidades de que “X: The unknown” sirviera como inspiración a “The Blob”.
Los efectos especiales están bien hechos. En las tomas en las que el protagonista es el monstruo X se recurre a la superposición de metraje con un efecto muy notable. El hecho de que la fotografía sea en blanco y negro evita darle un color al monstruo y huye del rosa piruleta de nuestro amigo Blob creando un ambiente más serio que el que destila el largometraje de la Paramount. Además, el elenco elegido para interpretar los roles correspondientes lo hacen considerablemente bien, sin ningún tipo de descalificativos aplicables a su trabajo.
También encontramos ciertas escenas que son raras de ver en las películas de ciencia ficción de la época, sobre todo en las realizadas al otro lado del charco. Una en concreto protagonizada por un médico y una enfermera un tanto fogosos que son interrumpidos por nuestra babosa justo antes de comenzar una escena sexual un tanto explicita. Y es que en la mayoría de las películas de este género americanas la mujer no deja de ser un florero cuya única función es ser secuestrada mientras emite chillidos agudos por el monstruo/alienígena de marras, y verse en una situación de adulterio con un mujeriego conocido (se da explicaciones en la película) por decisión propia y segura de ello es un paso bastante importante en cuanto a la libertad de los personajes femeninos en el género.
A pesar de todo esto se siguen dando escenas un tanto sesgadas por la sociedad de la época como que el lugar más seguro del pueblo sea la iglesia en la que la radiación emitida por el monstruo, cuando pasa a escasos metros de la misma, no es suficiente para matar a todo el mundo o que el párroco de la misma sea el único ser humano que puede sobrevivir al monstruo como si nada teniéndolo a un palmo de distancia.
En definitiva es una película agradable de ver y que añade cierta curiosidad fílmica por presentar al padre de Blob dos años antes de que se estrenara su correspondiente copia en Estados Unidos.
Resumen:
Un buen ejercicio de ciencia ficción inglesa, con cierto toque Hammer, que revoluciona ciertos aspectos del género que parecen tan inamovibles en otras producciones similares. Eso de que esté protagonizada por el padre de Blob suma muchos puntos.
Melchian